Bajo los estándares de belleza dominantes, los rasgos particulares desaparecen. El cuerpo se siente oprimido, quitarse o ponerse, rectificar, modificar la propia naturaleza corporal, la apariencia estética, con la intención de no salirse de la norma impuesta, es un síntoma de alienación social. El primer vídeo es un desnudo, un desnudo de la piel llena de pecas, manchas y lunares. Muy lentamente se van borrando los rasgos personales e identitarios de la superficie de la piel. Con el mismo tiempo de duración -3 minutos- un segundo vídeo tiene su inicio con la piel limpia de imperfecciones -como la que encontramos en las revistas o publicaciones de moda- en la que van apareciendo, lentamente, las diferentes marcas que la componen. Siendo planos diferentes, están colocados uno al lado del otro de tal forma que, en movimiento, el punto medio es simplemente la piel; esa fina y frágil superficie que nos define, nos cubre y nos da forma interponiéndose entre nosotros y el mundo. El ritmo viene marcado por la respiración del cuerpo en calma, y mientras en uno de los vídeos se va desvistiendo o borrando su identidad, en el otro, se va vistiendo con sus propios rasgos, como una forma de reivindicar el carácter más personal e intransferible.
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Proyecto financiado por el Fondo Asistencial y Cultural de VEGAP, 2020.